Lena Dunham, Lena Dunham... anda que no me harté de leer y escuchar este nombre durante toda la primavera. Y es que con 26 años, la joven creadora de 'Girls' ha pasado del (casi absoluto) anonimato al estrellato en cuestión de meses, ganándose el reconocimiento de compañeros, críticos y, diría que hasta del más importante, el del público, pese a que la primera temporada no le funcionara muy bien a HBO en materia de audiencias (recuerdo que su primer episodio no alcanzó el millón de espectadores). Por supuesto, no hay salto a la fama sin ganarte un buen grupo de detractores, que aquí nunca llueve a gusto de todos. En cuanto a lo que a mí me concierne, antes de que se estrenara su serie ya conocía de la existencia de Lena, pero por el simple hecho de que me llamó la atención (cuando HBO dio luz verde a 'Girls') que el nombre de Judd Apatow apareciera ligado a la función de productor ejecutivo, así que me puse a indagar en su breve currículum.
Dicho todo esto, ¿qué tiene Lena Dunham y qué tiene su 'Girls' para que todo el mundo hable de ellas? Empezaría destacando el aire modernete (que tanto gusta últimamente) que impregna toda su obra, seguiría porque tiene un estilo de escritura que recuerda mucho a Woody Allen o Larry David (la autora no se corta en ridiculizarse tanto en guión como en pantalla para hacer autocrítica y poder relatar sus vivencias propias más disparatadas) y terminaría resaltando que retrata de forma realista (pero a la vez surrealista) a toda una generación. Como ella misma dice (a través de su Hannah, la protagonista) en el primer capítulo: representa a una generación aunque realmente no sabe a cuál. Y en base a este simple (en teoría) fundamento es como 'Girls' empieza a diferenciarse, ampliando radio de acción y llegando a todo tipo de jóvenes pero también a los que un día lo fueron.
En 'Girls' no se apuesta por tratar los mismos conflictos juveniles de siempre, sino que subiendo un peldaño demográfico, su propósito parece ser el de contar una historia de transición sobre el puente que conecta la vida adolescente con la adulta... a través de unos perfiles de personajes fácilmente reconocibles, aunque repletos de manías y rarezas. La gracia es que retrata esta transición a través de dilemas personales corrientes envueltos en disparatadas tramas y acompañados de rápidos e inspirados diálogos. Es más, en la calidad de sus diálogos reside la clave de su mojo. Resumiendo, 'Girls' me ha gustado y convencido, pero también tengo que reconocer que su primera temporada no me ha marcado, como sé que sí le ha hecho a mucha gente, sino que más bien la he visto como una colocación de cimientos que invita a pensar que podrá lograrlo con el paso de la temporadas. Por esto mismo se me escapa un poco a mi entendemiento a qué viene tanto revuelo alrededor de la serie, pues (de momento) no me supone ninguna revolución para la pequeña pantalla, ni un alarde de originalidad, ni uno de los mayores soplos de aire fresco estrenados en los últimos tiempos, etc. En estos meses he tenido tiempo de leer de todo. Creo que es mejor ir con calma, que no hay prisa.
Sobre las cuatro protagonistas, nada simplifica su descripción como decir que son las versiones 2.0. de las neoyorquinas más activas sexualmente de la televisión americana: las Carrie, Samantha, Charlotte y Miranda de 'Sex and the City'. Si se analiza en profundidad a Hannah, Marnie, Jessa y Shoshanna resulta inevitable llegar a la conclusión de que comparten mucho ADN en su concepción y no me refiero sólo a las ramificaciones de índole sexual o sentimental. Sea como sea, estas cuatro amigas tampoco dejan indiferente a nadie, siendo perfectamente razonable que cada espectador tenga una percepción muy diferente sobre cada una de ellas. Es más, creo que este es el objetivo que Lena Duhnam persigue al modearlas de esta forma: odiables y entrañables, entrañables y odiables. Y aquí es donde entra en acción el personaje de Adam, el gran tapado entre tanta mujer en busca de su hueco en el complicado y ajetreado mundo de los adultos. El tío es raro, imprevisible y hasta un poco horripilante, tres características que hasta cierto punto también se pueden atribuir a las cuatro protagonistas, pero con la peculariedad de que es el único que comienza siendo odiable para ir transformándose en entrañable, a diferencia de las chicas que intercalan estas etiquetas constantemente. Además, Adam cuenta con el aliciente de ser el clásico roba escenas, ese secundario que marca las diferencias y al que esperas (sin saber qué esperar) capítulo a capítulo.
Con 'Girls' quiero ir de cauto, que una cosa es que me haya gustado y otra muy distinta que me haya dejado maravillado, que no es el caso, como he dejado claro antes. Ahora mismo, lo más cauto que se me ocurre decir sobre la primera temporada de ‘Girls’ es que tiene 10 capítulos (de algo menos de media hora) que se ven en dos tardes tontas. Aquí tenéis a un servidor dando fe de ello. Que hablando de 'Girls', lo esté haciendo sobre una serie que puede convertirse en una propuesta imprescindible con aspiraciones icónicas, es muy probable, pero nunca he sido mucho de jugármelo todo sin que venga a cuento hacerlo. Ya tendré tiempo de rendirme a los pies de Lena Dunahm, siempre y cuando consiga seguir demostrando que el haberse hecho un hueco entre los grandes a tan temprana edad, no es casualidad. Para lograrlo tiene que consagrarse y la primera cita la espera en enero de 2013, cuando HBO estrene la segunda temporada. Hasta entonces.