¿Todavía no sabes cuál es "el único pecado imperdonable" del final de la sexta temporada de 'Mad Men'? Entonces será mejor que no sigas leyendo. ¡Atención Spoilers!
La sexta temporada no ha sido la mejor de la serie. Incluso me atrevería a situarla sólo un peldaño por encima de la segunda, la que a mi parecer es la menos buena de las seis emitidas hasta el momento. El mayor "pero" se lo encuentro en que esta vez los destellos de brillantez no han sido tan constantes como en años anteriores. Una cierta irregularidad consecuencia directa de abusar de los psicotrópicos de los 60, cuyos efectos han quedado plasmados en pantalla a base de demasiados escenarios oníricos y situaciones surrealistas. Ambos recursos han sido empleados más de la cuenta para mi gusto. Sin embargo, tiene uno de los mejores finales de toda la serie, donde Matthew Weiner ha demostrado (una vez más) que tiene la situación bajo control, pulsando las teclas adecuadas para cerrar por todo lo alto la que para mí ha sido una temporada ascensor: de continuas subidas y bajadas. Y el mejor reflejo de lo que digo lo voy a encontrar en el papel jugado por cada uno de los protagonistas y la planta en la que finalmente se han quedado tras el penúltimo viaje de 'Mad Men'.
Si hubo algo que no me gustó del final de la quinta temporada fue dejar a Don Draper a las puertas de regresar a su afición por las aventuras extramatrimoniales. Y pese al despiste jugado al comienzo de “The Doorway”, estaba cantado que Don había decidido volver a ser Don. Esta vez con su vecina. Un affaire que llegaba con un hándicap en forma de "deja vu", cambiando a Betty por mi adorada Megan, eso sí. Sin embargo, una vez vista toda la temporada, he aceptado la parte crucial que esta trama ha jugado para que Don acabe asomándose por el hueco del ascensor. Por primera vez, Don tomaba de su propia medicina y era rechazado, lo que le lleva a estar más perdido y enganchado a la botella que nunca, acabando a las puertas del infierno y con todo patas arriba. Sin escapatoria (rumbo a California), sin despacho, sin Megan, sin Sally. Sin nada ni nadie. Se ha quedado sólo con sus pecados, en el momento que había aceptado sincerarse y perdonarlos para darse la oportunidad definitiva. ¿Es ya demasiado tarde para que Don Draper al fin encuentre la paz? Sin duda, pero la aceptación de sus orígenes y la razón de ser como es (por esa falta de cariño simbolizada en una chocolatina), ahora plantea otra cuestión: ¿Dick Whitman puede encontrar esa paz? Y como Don quiere volver a ser Dick, el juego cambia y por primera vez atisbo un final feliz para el personaje.
Las dos señoras Draper han intercambiado sus papeles esta temporada con respecto a la anterior. Si en la quinta fue Megan la que deslumbraba allá por donde iba mientras Betty se inflaba de soledad en su cocina, en la sexta a la primera le ha tocado vivir la pesadilla de portar el apellido Draper mientras la segunda resurgía de sus cenizas para demostrar que la que tuvo... retuvo. El regreso de la Betty más sensual y espectacular se consumó en uno de los mejores episodios de la campaña, el 6x09 "The Better Half". El mismo que de propina dejó una cita clave para intentar comprender al hombre incomprensible: "Pobre chica, no sabe que quererte es la peor forma de llegar a ti". Una delicia volver a ver al ex-matrimonio Draper juntos de nuevo (de manera esporádica). En cuanto a Megan, toda la alegría consecuencia de estar cumpliendo su sueño como actriz ha sido constantemente dinamitada por su querido esposo. Y por un Matthew Weiner dispuesto a quitarle la corona de reina que él mismo le había colocado tan solo un año antes. Tras aguantar en el ring un golpe tras otro durante trece capítulos, finalmente explota ante la última jugarreta de Don. Y no es para menos. Ahora habrá que ver si ese significativo portazo es temporal o definitivo. ¿Apuestas?
El personaje favorito de Matthew Weiner ha completado su transformación. La que comenzara dando aspirinas a Don, acaba sentándose detrás de su escritorio después de ser ascendida a directora creativa de la compañía en la que comenzó siendo una secretaria más. Una exitosa carrera profesional que choca con el desastre que vive en lo personal, tal y como le sucede a la mitad de los personajes de esta serie. La tónica de Peggy esta temporada ha sido demostrar que es una mujer con poder de mando pero sin poder de decisión: comprando un apartamento que no quería, siendo abandonada por un novio al que no quería (y al que casi elimina en una de las secuencias más surrealistas del año) y enamorándose de un hombre casado al que no podía tener. Su despedida de Ted sólo venía a evidenciar el rol que había representado durante esta temporada. Un Ted, que por cierto, ha sido de lo mejorcito. Su triángulo profesional con Don y Peggy, como su enredo amoroso con la segunda ha dado mucho juego. Y su desenlace ha venido con sorpresa de última hora. Renuncia a todo lo que desea y todo por lo que había luchado (respeto, posición y amor) para no destrozar a su familia. Pero para ser consciente de estar comprando un billete de ida para acabar convirtiéndose en el "monstruo" de su enemigo asociado, antes se ha sumado al multitudinario club de los infieles de 'Mad Men'. Otro más para la colección, para desgracia de Peggy.
Lo que ha conseguido Peggy es precisamente en lo que Pete ha fracasado patéticamente en cada uno de sus intentos: ser el nuevo Don. Y aunque este año sus ambiciones han ido por otro lado, una vez más los planes no le han salido bien. Estamos hablando de Pete Campbell, no se puede esperar otra cosa. Su esposa, Trudy, finalmente se cansa de aparentar como que no pasaba nada y le pone de patitas en la calle. En el trabajo, pese a todo, nadie le respeta. Y nunca lo harán. Estamos hablando de un perdedor al que no le sale nunca nada bien y que tiene a todo el mundo en su contra, incluyendo a su propia madre. Por mi parte, una vez más me gustaría destacar que me parece uno de los personajes más fascinantes de la serie. Su percance final en Chevrolet me ha parecido la puntilla perfecta (sobre todo si se echa la mirada atrás a su etapa en la autoescuela) para otra imperfecta temporada del amargado señor Campbell. No me olvido de su "rodilleo" con Bob Benson. Por cierto, vaya matraca que han dado desde Estados Unidos con el "misterio" alrededor de la identidad de Bob. Una anécdota convertida (sigo sin saber muy bien cómo) en fenómeno mediático y que ha provocado la aparición de mucha teoría loca. A sabiendas del sobre análisis que se hace de la serie al otro lado del charco, Matthew Weiner se las ha vuelto a ingeniar para que 'Mad Men' volviera a estar en boca de todo el mundo. La introducción de un nuevo personaje a base de apariciones y menciones esporádicas, ha descolocado al espectador por no saber que demonios pintaba ahí ese tal Bob, hasta el punto de captar más atención que los verdaderos protagonistas de la función.
Don, Megan, Betty, Peggy, Ted, Pete y Bob, para mí han sido los personajes que han acaparado el ascensor de la temporada, quedando relegados a coger las escaleras los sospechosos habituales, es decir, los Harry Crane, Ken Cosgrove, Henry Francis, Stan Rizzo, Michael Ginsberg (lástima que un personaje que llegó con ganas de comerse el mundo sólo haya quedado para lucir bigote) o Cooper, a los que además este año se han sumado grandes peces del tamaño de Joan, Roger (que por lo menos no ha faltado a su deber de "one-liner" oficial) o Sally (que en los últimos episodios ha vuelto a demostrar que se merece un spin-off para ella solita). La escasa presencia y relevancia de todos ellos puede sorprender más o menos, pero lo que de verdad me ha chocado ha sido ver como muchas de las subtramas en las que se veían involucrados, luego sólo se volvía a ellas de pasada... y gracias. Y digo yo, ¿para qué sirve tener una oficina con tantas ventanas si al final sólo vas a levantar la persiana de unas cuántas? Cierto es que incluso en las mejores temporadas, 'Mad Men' sólo se ha apoyado en sus secundarios cuando era totalmente necesario, pero lo realmente llamativo de este año ha sido ver cómo algunos de los protagonistas han recibido el mismo trato, que es a lo que iba.
Una temporada ascensor que se ha detenido a punto de llegar a la séptima planta. La última del espectacular edificio de 'Mad Men'. El mismo que hace suyo lo de "cuanto más alto se sube, mayor será la caída". A Don Draper y compañía sólo les queda una última oportunidad para remontar el vuelo y no acabar estampados contra el suelo. Y a mí, lo que de verdad me da un vértigo terrible es pensar que ya sólo quedan trece capítulos de esta joya que ha hecho historia en la televisión.
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Yo creo que la onda con esta temporada fue que en realidad era más bien de transición y con ella reabrieron algunas historias, ahora con la séptima temporada de Mad Men las cosas se tienen que poner más intensas y cerrarse las historias, especialmente lo de Don y Megan.
"La tónica de Peggy esta temporada ha sido demostrar que es una mujer con poder de mando pero sin poder de decisión"
Cada vez te superas mas en tus afinados analisis.
La poca presencia de los secundarios podria deberse a que estando ante los ultimos capis de la serie no quieran escatimar ni una sola tema al personaje central. La verdad es que no se como acabara Don, solo y alcoholico (esa mano temblando) o con Megan (o Bety) sobrio, hay elementos para pensar ambas cosas, ¿final abierto?
¿Donde hay que firmar para el spin off de Sally? lo que estan haciendo con este personaje es tremendo, cuando la madre le da el pitillo, uno de los momentos cumbres de Mad Men, se pueden hacer tantas lecturas de esa escena.
Y un elemento, otro mas quiero decir, de la madurez de la serie es la importancia que le dan al coito de Don con Betty. Mientras cualquier otra serie le hubiera dado para enrevesar el guion, aqui lo dejan en eso, un coito.
Ayyyyyyyy que solo nos queda una temporada!!!!!
Para mi es una serie muy entretenida que disfruto mucho y espere con ansias esta temporada. Por otro lado estamos a días de que se estrene la Mad Men séptima temporada y ultima, ojalá la disfruten.