Vista la tercera temporada de ‘Mad Dogs’, esa serie de Sky1 que es perfecta para ser consumida durante el periodo veraniego. Una propuesta ligera y muy refrescante (en ocasiones incluso estimulante), cuyas temporadas se beben de un trago. Razón por la que tras tres campañas siguiendo a estos cuatro guiris (conocidos como los “Wimphammer”), sigo sin cansarme de verles dando vueltas en círculo del “todavía peor” hasta un nuevo “¿Y ahora qué?”. Después de la correcta (pero olvidable) segunda temporada,
reconozco que esta tercera temporada me ha dejado mejores sensaciones.
Al menos sus dos primeros episodios (especialmente el segundo), donde optó por volver a tomarse en serio así misma, para a continuación, en los dos últimos, confirmar una vez más que 'Mad Dogs' es un disparate. En el mejor sentido de la palabra, pero un disparate. Y bien gordo. Cuando a Rick, Baxter, Woody y Quinn les da por hacer el ganso lo
hacen sin contemplaciones.
Cada vez tengo más claro que si el cuarteto protagonista (John Simm,
Philip Glenister, Max Beesley y Marc Warren) aceptaron enrolarse en este
proyecto, uno de los principales incentivos lo encontraron en poder pasar unas vacaciones entre
amigos, mientras ruedan disfrutando de unas localizaciones envidiables. Algo así como lo que pretendían hacer los cuatro protagonistas al comienzo de la historia, hasta que el asunto se les fue de las manos en aquella mansión mallorquina. Durante esta tercera temporada, los personajes han lidiado con la tesis de "vivir una mentira como estilo de vida", mientras una vez más volvían a combinar momentos de emoción (en su particular carrera por la supervivencia) con las risas (derivadas de las disparatadas situaciones). A lo que hay que sumar la principal atracción de estos cuatro capítulos: un Dwarf Zombie de lo más
perturbador y que ha llegado a la vida de Rick para alertarle que la muerte está rondando alrededor suyo y de sus amigos. Una alucinógena manera de transmitir una advertencia que lleva sobrevolando por la serie desde que Tony Blair interrumpiera en la mansión de Alvo. Por cierto, minipunto para el cameo del elemento icónico de 'Mad Dogs' en el "viaje" de los protagonistas en el último episodio.
Cuando Sky1 estrenó ‘Mad Dogs’ allá por 2011, decidí echarle un ojo por varias razones: entre su reparto contaba con un cuarteto estelar, sus teasers promocionales consiguieron captar mi atención, habría presencia española (al rodarse en tierras mallorquinas) y pensaba que me encontraría una miniserie de consumo rápido al más puro estilo británico. Para mi sorpresa, tras ver sus cuatro episodios, el canal hacía oficial la renovación de la serie por dos temporadas más (de otras cuatro entregas), anunciando que la tercera sería la última… hasta que hace unos cuantos meses se confirmó que habría una cuarta, de tan solo dos episodios, que esta vez sí que sí, serviría el desenlace definitivo para esta serie que ha tenido un recorrido tan alocado como el vivido por los cuatro personajes que la protagonizan. Esta disparatada vuelta al mundo de 'Mad Dogs' se acaba. Ahora sólo falta comprobar si la premonición del Dwarf Zombie cumple su cometido y en qué parte del globo lo hará. Pero para ello, todavía queda esperar casi un año, ya que a la cuarta temporada se la espera como pronto, para la primavera del año que viene. Menos mal que ya está grabada...
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