Toca comentar el último viaje de 'Sons of Anarchy'. Si todavía no sabes qué deparaban las curvas finales a Jax Teller y compañía, será mejor que no sigas leyendo. ¡Atención Spoilers!
Un drama familiar con tintes shakespirianos, enfrentamientos entre bandas de moteros (criminales y asesinos), secuencias de acción a raudales, persecuciones a dos y cuatro ruedas, explosiones, elevadas dosis de violencia, montajes musicales a ritmo de Rock ‘N’ Roll al comienzo y al final de casi cada capítulo, multitud de cameos (de amiguetes y del reparto principal de 'The Shield' al completo), tatuajes de todos los tipos, duración excesiva de los capítulos a partir de mitad del viaje, masacre semanal de
camisas rojas, flujo constante de entrada y salida de nuevos personajes intrascendentes,
ataques de vértigo al borde del precipicio, no aprovechar la oportunidad de ser la heredera natural de‘The Shield',
aplicar diversas modalidades de pago y, finalmente, un alargamiento contraproducente (pero justificado y comprensible) de la ruta recorrida. Para mí, estas son las principales señas de identidad de 'Sons of Anarchy'. Las que definen su andadura, tanto para bien como para mal, hasta finalizar en el satisfactorio 7x13 "Papa's Good". Y, todas y cada una de ellas, siempre han estado marcadas por los diferentes excesos del sello de Kurt Sutter.
Soy de los que lamenta que 'Sons of Anarchy' no se bajara de la moto en su mejor momento, pero al mismo tiempo, acepto las reglas del juego y comprendo que haya tenido que gastar hasta la última gota de combustible. Lo ideal hubiera sido que abarcara cinco temporadas y no siete, pero en televisión manda lo que manda. Y sólo hay que echar un vistazo a los números de esta última entrega para entender que FX haya exprimido la serie y retrasado la línea de meta todo lo posible. "Papa's Good" fue visto por 6,4 millones de espectadores (4,2 millones en la franja comercial) que suben un 44% hasta los 9,26 millones (6,07 millones) sumando los datos del Live+3. 'Sons of Anarchy' se despide marcando máximo histórico y eso es algo que está al alcance de muy pocas ficciones. Además, estos trece episodios han promediado 7,54 millones (5 millones), convirtiendo a la séptima ya no sólo en la más vista de toda la serie, sino de los 20 años de historia de FX. Un récord que evidencia una vez más su gran tirón entre el público americano y que, como vengo diciendo, justifican y hacen compresible el estiramiento. Ahora bien, inevitablemente esta circunstancia ha repercutido de manera negativa en el nivel (y en mi balance general) de la serie.
La séptima temporada me ha demostrado que, a estas alturas, el depósito de la serie estaba prácticamente seco y que el secreto de Gemma (y Juice) era la última gota que quedaba por exprimir. De ahí que los diez primeros capítulos me pareciesen la nada más absoluta. Un popurrí de aventuras variadas (en plan caso de la semana) de este grupo de criminales y asesinos, pero sin ningún tipo de propósito más allá de hacer tiempo para retrasar el empleo de la última gota en el depósito. Las ansias de venganza de Jax, basadas en una mentira, servían de excusa para dar vueltas una y otra vez sobre lo mismo: SAMCRO enfrentándose o aliándose contra quién fuera (chinos, negros, irlandeses, otros negros, policías, pasteleros, proxenetas, etc.). Un sopor en que los camisas rojas iban amontonándose en la pila de cadáveres, mientras Kurt Sutter gastaba los billetes de "estrella invitada" que todavía tenía sin usar. Marilyn Manson, Courtney Love, Lea Michele, etc. Eso sí, el último ticket era para el único miembro del "Strike Team" que todavía no había realizado la visita de rigor. Respecto a la (doble) aparición de Michael "Vic Mackey" Chiklis, todo un puntazo que lo reservara hasta este momento. Y encima empleándolo para ondear la bandera a cuadros.
Esta transición, hasta llegar al chivatazo de Abel, podría haberse aprovechado para profundizar en los diferentes miembros y conflictos internos del club. Por ejemplo, sacando partido a que Jax, al final de la temporada anterior, estuviese
a punto de abandonar a sus "hermanos" para fugarse con Tara y los pequeños. En vez de eso, Sutter optaba por dejarse de líos y allanar el camino hacia un final feliz que hace unos años era impensable. Edulcorándolo todo con unas excesivas muestras de amor y lealtad dentro de una hermandad que hace no mucho estaba a punto de ebullición. ¡Qué tiempos aquellos! Además, nuevamente ningún miembro ha evolucionado notablemente o jugado un papel fundamental. Siendo la tortura y muerte de Bobby la aportación más significativa en este frente. Y eso que cualquier otro podría haber ocupado su sitio. En cuanto al resto... Chibs y Tig gozaban de una trama personal: sus aventuras amorosas con la nueva sheriff y Venus. Y poquito más, la verdad. No me olvido de Juice, pero tampoco me voy a poner a repasar sus pucheritos o las veces que... bueno, Marilyn le visitó en la celda. A todo esto, la serie ha terminado y sigo sin saber qué pintaban y cómo se llamaban dos de
los integrantes principales de la pandilla ("el gigante y el enano"). ¿Cuántas líneas de diálogo han tenido desde que llegaron a Charming? Pues eso.
Como no podía ser de otra manera, Jax ha sido la atracción principal del parque. Una atracción desatada y que ha rodado sin frenos. Hasta el punto de bajarse de la moto con más
cadáveres en su haber que el propio Dexter Morgan. Uno de los
principales excesos de Kurt Sutter siempre fue su predilección por matar personajes aleatorios, pero esta vez se le ha ido de las manos. La facilidad para apretar el gatillo por parte del verdugo de turno (no sólo Jax), también es equiparable a la
manera en que los principales "villanos" iban cayendo. Enemigos
temibles e imbatibles en un principio que mordían el polvo como si nada
en cuanto Jackson creía oportuno acabar con ellos. Una matanza desproporcionada que acababa siendo justificada en base a un oportunista plan para limpiar las calles de violencia. Dicho esto, destrozado por la pérdida de su mujer y dispuesto a sacar finalmente a sus hijos de este mundo de caos, el último viaje de Jax me ha convendido en el ámbito familiar. Bastante más que en el profesional. Sobre todo, desde el momento en que el conflicto principal de la temporada, por fin, entraba en escena y el protagonista no tenía más remedio que hacer lo único que sabe. Arramplando, de paso, con Unser y Juice. La muerte de Gemma fue emotiva, pero no entiendo la decisión de rematar el penúltimo episodio con Jax acostándose con Wendy. Me resulta incompresible que Sutter decidiera dilapidad parte del clímax emocional del momento más esperado de toda la serie. La última gota del depósito de 'Son of Anarchy'.
El patinazo al final del 7x12 "Red Rose" hacía que me la jugara al todo o nada en la última curva. Por suerte, y admito que también con cierta sorpresa, el 7x13 "Papa's Good" me dejaba un muy buen sabor de boca. Un capítulo bien escrito y realizado que ofrece un desenlace coherente y satisfactorio. Nada de innecesarios fuegos artificiales o giros de última hora. Mucha despedida emotiva, agradecidos homenajes (incluido uno muy shakespiriano) y las dosis suficientes de excesos por parte de Sutter. Un desenlace que acaba con los pequeños Teller, al cuidado de Wendy y Nero, alejándose de su padre y dejando atrás ese mundo de caos. Un mundo en el que Chibs acaba portando el parche de presidente y Tig como su mano derecha, mientras
Hamlet Jax aceptaba pagar sus pecados derivados de los gajes del oficio. Eso sí, después de ocuparse personalmente de todos los cabos sueltos (IRA, Barosky y August). Finalmente, una caravana policial en la retaguardia (el último exceso-gustazo de Sutter), una bandada de cuervos en el aire y
un gran tema musical de fondo (
que va directo a mi colección privada de "los últimos temas") acompañaban la marcha fúnebre del
Príncipe Rey de Charming. Con el riachuelo de sangre de Jackson Teller se ponía el punto y final a este viaje de siete temporadas. Mentiría si dijera que voy a echar de menos 'Sons of Anarchy', pues el recorrido ha sido más que suficiente. Un recorrido con demasiados altibajos y bastantes contras, pero del que prefiero quedarme con la inmensidad de grandes momentos y ratos que me ha hecho pasar frente al televisor. Por eso, y a pesar de las últimas temporadas en la reserva, recordaré con aprecio a una de las series más
badass que ha dejado la pequeña pantalla.
Hasta siempre, SAMCRO.