Sabiendo que el plan maestro de Terence Winter, creador y showrunner, desde el principio estaba pensado para abarcar seis temporadas, afronté esta temporada final con la duda de saber si el recorte pasaría factura tanto a la hora de continuar con las tramas plantadas a lo largo de la campaña anterior como para servir el desenlace ideal. También tenía mucha curiosidad por saber cómo Winter iba a manejar la hora de las despedidas, dado que la historia contaba con un número prácticamente simétrico de personajes reales y ficticios. Lo que me llevaba a la siguiente reflexión: ¿respetaría el trasfondo histórico de la obra o apostaría por rematar la función con una versión libre de los acontecimientos? Y acabo esta ronda de reflexiones previas, con la que sin duda era la gran incógnita: ¿quién sobreviviría? Vayamos por partes que, como digo, hay muchas balas que disparar.
Comienzo tratando el asunto del contratiempo de contar con una temporada y cuatro capítulos menos de los previstos inicialmente. Teniendo en cuenta que la cuarta temporada tuvo lugar en 1924 y que el fin de La Ley Seca no se produjo hasta 1933, todavía faltaba mucho por explorar del periodo de la Prohibición. Para solventar el desafío de abarcar tanto tiempo en tan solo ocho capítulos, la temporada arrancaba con un salto temporal de siete años que situaba al espectador, de golpe y porrazo, en 1931. Una elipsis que brincaba la trama de J. Edgar Hoover y Valentin Narcisse, abierta en el último episodio de la temporada anterior, y el asesinato de Arnold Rothstein en 1928.
Pese a su muerte en off, el aficionado a las timbas de póquer ha estado presente permitiendo que Margaret regresara a escena para hacer las paces con Nucky y completar su particular transformación. La protagonista femenina de la historia comenzó siendo un animal herido y termina como una mujer independiente y muy consciente de que la codicia siempre rompe el saco. Otras tramas que gozaban de la continuidad esperada también estaban relacionadas con dos alianzas que fueron establecidas al final del curso anterior. Por un lado, Eli-Van Alden, que han dado para un spin-off mientras trabajan codo con codo para y contra Capone, y por el otro, Nucky-Sally, cuyo propósito siempre fue reforzar el estado de soledad del protagonista. Algo que se hizo aún más evidente tras la muerte de la confidente de armas tomar en tierras cubanas. Por lo tanto, la baja de Rothstein era el único precio a pagar (de relevancia) por un salto temporal que se antojaba más que necesario para que los últimos capítulos fueran desarrollados en el crepúsculo de La Ley Seca.
El 5x01 “Golden Age for Boys and Girls”, además del santo temporal, también tenía reservada otra gran sorpresa. Esta vez en forma de flashbacks para presentar al pequeño Nucky (y Eli). Aprovecho para destacar la increíble labor de casting en este apartado. Perfectas elecciones para la versión infantil y juvenil del protagonista, así como para la pequeña Gillian. Unos flashbacks que, retrocediendo hasta 1884, permitían conocer el origen del hombre que terminaría siendo conocido y respetado como Mr. Thompson. Un chico con ganas de sudar la gota gorda para abrirse (honradamente) un camino en la vida, mientras no cesaba de anhelar ese penique que siempre se le resistía. Un niño que sufrió maltratos, barrió arena, buscó bombines y se enamoró de una chica que estaba fuera del alcance del pobre del botones. Ya en 1897, ese niño creció hasta convertirse en un joven con las ideas muy claras: tenía que hacer lo que fuera necesario para proveer a su mujer y al bebé que venía en camino. Un ideal que le llevó a descuidar lo más importante, estar presente, y finalmente, un aborto desechaba su sueño de formar la familia que siempre deseó tener.
Mientras, en el presente, inmerso en su camino a la redención, el hombre que únicamente quería dejar algo atrás, asimilaba que estaba condenado a marcharse con los bolsillos llenos de billetes pero nada más. Si durante cuatro temporadas asistimos a su ascenso criminal, desde que era un medio gángster hasta que no tuvo más remedio que manchar sus manos de sangre, a lo largo de la quinta hemos presenciado su caída y el derrumbamiento de su imperio. La confirmación de que una vida (de crimen) no merece la pena. Por eso, llegado a ese punto, aceptaba que no le quedaba otra opción más que abandonar Atlantic City. Buscar una nueva oportunidad. Hacer tabula rasa. Antes de hacer las maletas, sacaba tiempo para despedirse de su hermano pequeño. Esta relación siempre fue uno de los ejes de la historia y, pese a las idas y venidas, concluía con final feliz. La despedida incluía una especie de abrazo y un cachondo paquete especial. Desgraciadamente para Nucky, nunca abandonaría el lugar que le vio nacer y crecer. Los pecados de su vida criminal, como no podía ser de otra manera, iban a pasarle factura. Nadó hasta que ya era demasiado tarde para dar marcha atrás.
El recurso de narrar, en paralelo, el origen y la conclusión de la historia de Nucky ha sido un rotundo acierto. Sobre todo por dotar al protagonista del poso necesario para ganarse la redención a las puertas de sus últimos días de contar fajos de billetes. Un recurso narrativo que ha permanecido inalterable hasta el último instante, cuando a Enoch le tocaba pagar el precio por todos sus pecados. Su historia siempre estuvo íntimamente ligada con la de los Darmody, pero no esperaba que el círculo fuera a cerrarse con la venganza de Tommy. Una venganza consumada en el paseo marítimo que tanto sudor y sangre le costó conquistar... para nada. De esta forma, la serie llegaba a su fin ajusticiando poéticamente al protagonista de la función. Nucky era asesinado por el nieto de la mujer a la que condenó (a una vida llena de abusos, desgracias y penurias) cuando tan solo era una niña pequeña e inocente, mientras vendía su alma al diablo para ganarse la placa de sheriff de Atlantic City y poner la primera piedra de su imperio en el paseo marítimo. Cegado por la ambición, no fue capaz de vislumbrar que ese mismo día firmó su sentencia de muerte y cavó su propia tumba.
Antes de morir acribillado en el paseo marítimo, Nucky salía con vida de la que sería su última guerra. Tras vencer en las contiendas contra Darmody, Rosetti y Narcisse, finalmente el Rey de Atlantic City sucumbía ante Charles "Lucky" Luciano, al que erróneamente menospreció. El joven que comenzó sintiéndose orgulloso de compartir mesa con Johnny Torrio, Arnold Rothstein, Big Jim Colosimo y el propio Thompson, después de derrotar a sus jefes y rivales Joe Masseria y Salvatore Maranzano, poner de rodillas al mismo Nucky (para salvar la vida de su sobrino) y ejecutar al incordio de Harlem, Valentin Narcisse, finamente se sentaba en el trono que siempre aspiró. El monarca Luciano, junto con Lansky y Siegel, daba por inaugurada la era de las siete familias criminales de Estados Unidos. Por lo tanto, Terence Winter era fiel a la historia real, del mismo modo que respetaba el destino final de Capone. Eso sí, aportando una sucesión de escenas muy emotivas, dos de los mejores momentos del último capítulo, con el gángster rompiéndose junto a su pequeño y cuando se entrega aterrorizado a las autoridades para pasar una vida entre rejas.
El fantástico eslogan promocional escogido para la temporada ya lo avisaba: “nadie se va sin hacer ruido”. Tal y como así era. Sin por ello renunciar al esquema habitual. Una vez más, la quinta entrega exigía mucho al principio para recompensar a lo grande al alcanzar la recta de meta. Con el aliciente de que esta vez se trataba de la definitiva. La traca final. El momento de dar respuesta a la pregunta que me hacía al principio: ¿quién sobreviviría? Y como era de esperar, la fosa de 'Boardwalk Empire' termina a rebosar. En el antepenúltimo capítulo caían dos pesos pesados como Nelson Van Alden y Chalky White. En la penúltima cita, le llegaba el turno a dos secundarios como Mickey Doyle y Arquimedes. En serio, si la serie llega a componerse totalmente de personajes ficticios, hubiera apostado porque Doyle acabaría siendo el último superviviente. Finalmente, en "Eldorado", Narcisse y Nucky acababan corriendo la misma suerte que tantos y tantos personajes. En serio, echando cuentas, el número de supervivientes (principales y secundarios) no supera la decena y muy poquitos sobreviven para comer perdices. Al fin y al cabo, el mensaje de 'Boardwalk Empire' siempre fue que una vida de crimen, tarde o temprano, pasa factura.
Todos los imperios acaban, pero siempre son recordados. En este caso, además confío en que será reconocido más y mejor que ahora. El tiempo dictará sentencia y seguro que pondrá en el sitio que se merece a una de las propuestas más ambiciosas, en términos de presupuesto y desafíos de producción, de todos los tiempos. 'Boardwalk Empire' llegó con la pretensión de mantener a HBO en el trono de la mejor ficción mundial y para adeñuarse de la coletilla que dice que el mejor cine de la actualidad se encuentra en televisión. Por mi parte, sin duda se marcha con los deberes cumplidos. Hora de colocarla en mi estantería, en la misma balda en la que se encuentran el resto de mis grandes favoritas. Las verdaderamente Top. Exactamente lo que es 'Boardwalk Empire'.