"La publicidad se basa en una cosa: la felicidad. Y, ¿sabes lo que es la felicidad? La felicidad es el olor de un coche nuevo. Es ser libre de las ataduras del miedo. Es una valla en una lado de la carretera que te dice que lo que estás haciendo lo estás haciendo bien." - Don Draper.
AMC promocionó estos siete últimos capítulos bajo el eslogan de “el fin de una era”. Tan acertado como apropiado. Un mensaje que invitaba a distintas interpretaciones pero que, al fin y al cabo, anticipaba la despedida de una de las abanderadas de esta época dorada de la ficción. ‘Mad Men’ nunca llegó a ser un fenómeno de masas, a diferencia de los otros dos iconos de AMC, pero eso no le restó ni un pizca de trascendencia a su peso sociocultural a lo largo de todos estos años y en los venideros que están por llegar. Siempre es díficil despedir a una de las grandes, pero el gusto que da hacerlo cuando la función es rematada con un final perfecto, redondo, para el recuerdo.
A partir de aquí destripo el final de 'Mad Men', así que recomiendo no seguir leyendo si aún no sabes el papel fundamental que ha jugado cierto anuncio mítico. ¡Atención Spoilers!
Nunca pienso en cómo acabará una serie, pero a un capítulo final siempre le pido lo mismo, que sea coherente. Precisamente, considero que la coherencia es, junto al factor sorpresa, la mayor virtud de este “Person to Person”. Echar el telón con “la chispa de la vida” de Coca-Cola supone fusionar, mediante la asociación de una sonrisa con un anuncio mítico, un periodo de tiempo, la publicidad y la felicidad con Don Draper. Una idea maravillosa, original y sorprendente. Y no creo que pueda decir nada mejor de los instantes finales de una serie. El protagonista, al igual que siempre, pero por última vez, vuelve a caer de pie. Tras atravesar una nueva crisis de identidad y lanzarse a la carretera en una aparente viaje sin retorno (con reminiscencias a su pasado y al "best things in life are free" de Bert Cooper), Don Draper esquiva la profecía de la cabecera al mismo tiempo que se le enciende la bombilla para idear el mito de la felicidad y la chispa de la vida de Coca-Cola. Y para conseguirlo tan solo necesita hacer lo que mejor se le dio siempre: rodearse de desconocidos y prestarles atención, mientras el miedo estimula su imaginación. Cumpliendo un sueño, el infeliz por antonomasía termina coronándose como la mente detrás de uno de los anuncios más importantes de la historia.
“Cuando un hombre entra en una habitación, carga con toda su vida en sus espaldas. Puede que tenga un millón de razones para estar en otro sitio, pero está ahí. Todo lo que tienes que hacer es preguntarle. Si le prestas atención, entenderás cómo llegó ahí. Entenderás cómo olvidó lo que estaba haciendo antes, cuáles eran sus sueños y cómo se estrelló con la realidad. Entenderás que también asume que el mundo no es perfecto y comprenderás que se arrepiente de los errores cometidos en el pasado.” – Don Draper.
Casi en su totalidad, este último capítulo ha girado en torno al protagonista de la función y a las correspondientes despedidas e interacciones que no podían faltar en un capítulo de este tipo. Comenzando por las del propio Don, me quito el sombrero ante el recurso de la llamada telefónica que Matthew Weiner se saca de la manga para conectarle con las mujeres de su vida (su birdie, su hija y su pupila) en pleno retiro espiritual. Un recurso que me pilló por sorpresa y que privaba de volver a ver a estos personajes compartiendo escena (físicamente) por una última vez, pero que no por ello ha resultado menos emocional. En cuanto al resto de despedidas, todas han compartido un denominador común: la felicidad. Por algo su búsqueda ha sido uno de los principales leitmotiv de la serie. Todos los personajes, cada uno a su manera, acaban alcanzando lo que ellos entienden por felicidad. Siempre pensé que el desenlace de 'Mad Men' tendría más carga trágica, pero una vez completado el viaje, y visto el resultado, un final feliz era y es el más apropiado para con el relato.
"Nuestros peores temores viven en nuestra imaginación" - Don Draper.
Peggy y Stan acaban juntos tanto en el plano profesional como en el sentimental tras declararse amor mutuamente en una secuencia complicada pero que funciona gracias a inyectarle un tono de comedia romántica. Además, al igual que con la "no-caída" de Don, me ha gustado que Peggy no acabe en la cima publicitaria, aunque no hay duda que algún día llegará a estarlo. Eso sí, me quedé con las ganas de verla cumpliendo su otro sueño: viajar a París. Roger vuelve a casarse, esta vez con la madre de Megan, su homóloga femenina. Una pre-jubilación que promete ser de todo menos aburrida, justo lo que Sterling siempre ha querido que sea su vida. Pete, después de madurar y reconciliarse con su mujer pero antes de subirse a un lujoso avión para dar el pistoletazo a su nueva vida, mantiene una última conversación con Peggy en la que regala el halago definitivo. Joan, fiel a su estilo, apuesta todo a su carrera profesional en una última demostración de carácter e independencia. Betty tiene los días contados por culpa de su enfermedad y es la que peor parada sale, pero transpira satisfacción por los deberes bien hechos y por estar rodeada de sus seres queridos, su familia, incluyendo a una Sally dispuesta a aplazar sus sueños (en Madrid) para permanecer al lado de su madre. Por cierto, bien por Matthew Weiner por ahorrarnos el mal trago de asistir al funeral de Betty y a cambio ofrecer esa carta de despedida. Por último, también ha habido tiempo para dedicar unos instantes a secundarios como Ken Cosgrove o Harrry Crane.
“Esto no es un final. Es un nuevo comienzo.” – Don Draper.
‘Mad Men’ acaba igual que arrancó, es decir, empleando el mundo de la publicidad para hablar de las necesidades del ser humano en general, de la felicidad en particular y de la vida en su total. Un desenlace que sólo escribe el punto y final de la serie, ya que en realidad sirve un nuevo (y definitivo) comienzo para todos sus personajes. Un hasta siempre rematado con un canto a la unidad y felicidad colectiva. Recurriendo a un anuncio mítico que sigue siendo recordado más de 40 años después, Matthew Weiner pone el broche de oro al fin de una era a la vez que plasma en imágenes su última declaración de intenciones. El tiempo dictará si este icono de la ficción televisiva cumple con la pretensión de su autor. Espero y confío en que así será. ‘Mad Men’ merece ser recordada.
En cuanto la vea, me leo la entrada y comento. Saludos crack!
Olhadolh, ¿todavía no has visto el final?
¡Saludos!