La
segunda temporada de
‘The Leftovers’ va directa a lo más alto de mi TOP del 2015. No he pensado qué series podrían ocupar el resto de posiciones del ranking con mis favoritas del año, pero tengo claro que la serie co-creada por Damon Lindelof y Tom Perrotta es mi particular Número Uno. Ya se coló entre mis tres revelaciones del 2014, junto a ‘True Detective’ y ‘Fargo’, pero este año ninguna otra me ha hecho desear con tantas ganas que llegara la semana siguiente para seguir disfrutando de semejante experiencia audiovisual frente al televisor. Todavía en pleno subidón, además de repasar la temporada, aporto motivos para la esperanza con su (incierta) renovación.
A partir de aquí, necesario llevar puesta la pulserita que acredita haber visto el 2x10 "I Live Here Now"; siempre y cuando no quieras reventarte ninguna sorpresa. ¡Atención Spoilers!
La segunda temporada ha mantenido, pero potenciando, muchos de los rasgos definitorios que destaqué en “
¡The Leftovers de mi vida!” tras finalizar la primera: introducir nuevos personajes que no son para nada lo que parecen a primera vista (el clan de los Murphy), la sinergia de los apartados visual y musical (Max Ritcher On Fire), sembrar misterios difuminando la línea de lo real y lo mágico/divino ("la segunda Partida"), sacar mucho partido al contexto religioso de la historia (Guilty Remnant 2.0.), dificultar al espectador si lo que está viendo es cierto o un acto derivado de la locura (la extraña pareja compuesta por Kevin y Patti) o los episodios POV, es decir, narrados desde el punto de vista de uno o dos personajes (John, Laurie, Tom, Nora, Erika, Matt, Kevin y Meg).
En relación a los episodios individuales, leí al propio Damon Lindelof reconocer que tras la buena acogida que tuvieron los dedicados al reverendo Matt, Nora o a los Garvey previos al 14 de octubre, decidió planificar la nueva temporada explotando todo lo posible este recurso para convertirlo en una seña de identidad. Y no me cabe duda que ha sido una de las claves para que
esta segunda temporada haya funcionado como un tiro; siendo más
redonda que la primera. A excepción del 2x10 “I Live Here Now”, todos los capítulos han seguido este patrón POV. Nueve afluentes con el destino de desembocar en el mismo río. Incluso los Guilty Remnants, con Meg a la cabeza, terminan encajando en el puzzle pese a haber estado descolocados durante prácticamente toda la temporada. El
cliffhanger del 2x09 "Ten Thirteen" era la penúltima evidencia de que todas las tramas abiertas iban a saltar por los aires (de manera figurada) sin dejar cabos sueltos en el colofón final.
Una temporada que no ha bajado el listón en ningún momento y que lo situó bien arriba desde el primer episodio. Una
season premiere que arrancó con un prológo prehistórico (y antológico) que situaba el emplazamiento en el que siglos después "desaparecerían" las tres chicas de Jarden. Pocas veces me he sentido tan descolocado frente al televisor. Una secuencia repleta de simbolismo (y metáforas bíblicas) con un subtexto que venía a dejar claro que ahora mismo no hay nada igual en televisión. Por si algún despistado que hubiera leído que la temporada era "una especie de
reboot" y dudaba que el ADN de la serie cambiaría lo más mínimo. Pero la cosa no acabó ahí, pues el resto del episodio estuvo reservado a presentar a los Murphy... y conectarlos finalmente con los Garvey. Sólo HBO puede permitirse el lujo de hacer creer al espectador, durante 45 minutos, que está viendo otra serie radicalmente distinta y a la vez tan rematadamente familiar a la que recordaba. Para poner la guinda al pastel, sirvió un doble
cliffhanger que confirmaba que el cambio de aires no iba a repercutir en el desconcertante espíritu de la serie. Un capítulo y ya volvía a tenerme loco.
Con todos los nuevos protagonistas presentados a las primeras de cambio, tocaba ir descubriendo el papel que iban a jugar en una historia que volvía a girar a sobre una desaparición súbita; subiendo aún más la apuesta al producirse en el único sitio que no se vio afectado por la Partida del 14 de octubre de casi cuatro años antes. Un marco (Jarden) que ha envuelto todo de misticismo, por mucho que John Murphy no se haya cansado de repetir (por las buenas y sobre todo por las malas) que no había milagros en Miracle… hasta que al final no le quedó más remedio que rendirse ante su evidente falta de fe. Como aquellos espectadores que esperaban que la historia se mantuviera firme en un escenario de realidad al 100%. Como el propio Lindelof dice en esta
recomendable entrevista, si el público compró que el 2% de la población desapareciera de repente al inicio de la serie, también debería aceptar que la serie tenga un 2% de componente mágico... aunque resulte imposible identificar al 100% qué es real y qué es "magia" en este mundo. Sin tenerlo claro, diría que la relación entre el psicótico de Kevin y la difunta de Patti entraría en ese 2% de esta temporada.
El enfrentamiento mantenido entre esta extraña pareja fue resuelto a lo largo de mi episodio favorito de la temporada, el 2x08 “International Assasin”. Tras el
cliffhanger del anterior (de esos que te dejan con el culo torcido), la inauguración del “Hotel Hell”, como lo han denominado los críticos americanos, me dejó atónito al ver a Kevin saliendo de una bañera. Una escena que volvería a repetirse en la season finale (provocándome un
déjà vu enorme) y que me hizo identificarme con el “motherfucker” que suelta el propio personaje. No esperaba para nada regresar a esta especie de limbo (o recoveco de la mente del protagonista) a estas alturas. En esta ocasión, Kevin no tenía que asesinar a ningún fantasma, sino enfrentarse a una sesión de karaoke para encontrar "el camino a casa". Me cuesta creer que el “Homeward Bound” de Simon y Garfunkel fuera la segunda elección musical de los responsables de la serie (la primera era el "Like a Prayer” de Madonna). Sea como fuere, otra tema para sumar a la colección de canciones que han marcado estos 10 episodios.
Tras despertar “milagrosamente” en un charco de sangre, en una escena que me recordó al arranque de ‘The Walking Dead’ con Rick saliendo del coma y descubriendo que el mundo que conocía se había ido a la mierda, Kevin se reencuentra con su perro, la villana que ha sumido Miracle en un escenario post-apocalíptico, su “asesino” y, finalmente, con la versión extendida de su familia: Matt, Mary (despierta y consciente), Laurie, Jill, Tom y Nora con el bebé en brazos. Todos reunidos y esperando reencontrarse con el que hace no demasiado fuera el jefe de policía de Mapletown. Por si alguien seguía dudando de que Miracle era la tierra de los milagros y que siempre hay motivos para la esperanza... hasta en una serie tan descorazonadora como 'The Leftovers'. En efecto, la función vuelve a ser rematada con un atisbo de esperanza y dejándome otra vez con la sensación de que este desenlace podría pasar perfectamente como final de serie (aún más que el de la primera temporada). Al fin y al cabo, 'The Leftovers' trata principalmente de una familia que se descompuso a raíz de un acontecimiento excepcional y que, tras todo lo vivido a largo de estas dos temporadas, acaba reuniéndose bajo el mismo techo. Pero pese a funcionar como cierrre, no me conformo. ¡Quiero más! Y para que eso sea posible aún falta que se produzca el mayor milagro de todos.
La renovación de la serie sigue en el aire. Nuevamente,
según el propio Damon Lindelof, tienen previsto reunirse con HBO antes de navidades y, aunque el contrato de los actores expira en febrero, será justo antes o poco después de año nuevo cuando se tome la decisión definitiva sobre el futuro de ‘The Leftovers’. Sus audiencias apuntan a la cancelación, pero afortunadamente vivimos en un panorama televisivo en el que hay motivos para la esperanza: los críticos americanos están colocándola en lo más alto de varias listas con lo mejor del año y su
buzz mediático está siendo infinitamente superior al del curso pasado. A lo que hay que sumar que los creadores quieren continuar con la serie. Además, en estos casos, tampoco viene mal recordar el precedente de 'The Wire'. Y en cuanto a las audiencias de esta 2ªT, los tres últimos episodios experimentaron una notable subida, pasando de 700.000 espectadores a casi un millón y de un 0.3 a un 0.5 en demográficos. Por estas razones, y sin necesidad de
acudir a las oficinas de HBO vestidos como los Guilty Remnant, considero que el canal está (casi) obligado a renovar 'The Leftovers' si no quiere ver su imagen de “la casa de los mejores dramas” tocada seriamente. HBO no puede permitirse el lujo de cancelar la que para muchos (entre los que me incluyo) es una de las mejores series del año.
Con Netflix, AMC o FX acechando para arrebatar el trono de la ficción de calidad al canal que no es televisión, sólo queda esperar para comprobar si HBO será Santa Claus o el Grinch de esta navidad.
ACTUALIZACIÓN: Horas después de la publicación de este artículo, HBO renovaba 'The Leftovers' por una tercera y última temporada. Se produjo el mayor milagro de todos.