Netflix no hace ninguna distinción entre series originales y exclusivas mundiales adquiridas a terceros. Las aúna todas bajo el mismo sello: "Netflix Originals". Una de las principales claves en la distribución de contenidos por parte de la compañía que acaba de anunciar que ya roza los 100 millones de suscriptores en todo el mundo. De esta forma, pretende transmitir que sólo podrás ver ciertas series (cada vez más) si eres cliente de Netflix, sin importar su procedencia. Una unificación que a mi parecer resta potencial de generar marca a las series que son propiamente suyas, pero que le compensa porque a fin de cuentas le permite contar con un abanico de "originales" mucho más amplio y variado, al mismo tiempo que otorga a estas exclusivas una mayor visibilidad dentro de un catálogo compuesto por miles de títulos.
Para empezar y disfrutar de una serie no hace falta saber nada de ella, sino disponibilidad y accesibilidad para poder verla. Sin embargo, soy de los que piensa que siempre es interesante conocer cierta información básica, como en qué cadena se emite originalmente. Se trata de un aviso que en ocasiones resulta más que suficiente para hacer una necesaria criba. De ahí que en los listados con las series (y temporadas) que hay disponibles en cada uno de los servicios SVOD que actualmente operan en España, siempre añado el canal del país de origen. De esta forma, identificando que Freeform emite series juveniles y que Syfy de ciencia ficción o fantasía, te las puedes ahorrar si no te van las de este tipo. Este simple ejemplo evidencia por qué las ficciones originales son uno de los principales recursos de los que disponen los canales de televisión para definir su imagen de marca. De ahí que la decisión de Netflix de unificar series originales y exclusivas bajo el mismo paraguas merezca una segunda lectura.
HBO y BBC llevan décadas siendo dos de los principales jugadores de la ficción mundial. Seguro que alguna vez has recomendado una serie simplemente diciendo que es "la nueva de HBO o BBC", sin necesidad de diferenciar si se trataba de un drama de época o una comedia familiar. Ambos canales representan el poder de una marca de ficción elevada a la máxima potencia. Un logro al alcance de muy pocos. Por eso, que Netflix decida poner su sello a 'Happy Valley', 'Peaky Blinders' o 'The Fall', en BBC no debe hacer pero que ninguna gracia. Al menos no a los responsables de contenidos, mientras que a los de ventas seguro que no les importa tanto. Al final y al cabo, este hecho supone que de cara a los clientes de Netflix en el mercado internacional (entiéndase fuera del territorio británico), esas tres series son originales suyas. Pero Netflix no busca apropiarse de los valores de marca que pueda otorgarle una determinada ficción. Cuando compra una serie, ya sea encargando la producción a un estudio o adquiriendo los derechos de producciones ajenas emitidas por otros canales, lo hace con el mismo objetivo: disponer del mejor y más variado contenido posible con la meta de atraer y retener al mayor número posible de clientes. Unos suscriptores a los que sólo les preocupa una cosa: ¿Puedo ver 'Happy Valley' en Netflix?
En la era de la televisión global, y aunque sea un topicazo, el contenido sigue siendo el rey. Sin embargo, ahora ya no importa tanto la procedencia sino la calidad del mismo. Por eso, más canales que nunca están recurriendo a la ficción para hacer ruido, reforzar su imagen de marca y diferenciarse de sus competidores, mientras Netflix avanza por la tangente con la creación de un sello de ficción general para atraerlos a todos y atarlos en el binge-watching.
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