Ahora que ya puedo hacer un balance final de su andadura al completo, no me importa empezar diciendo que tengo claro que su punto álgido lo alcanzó en la segunda temporada, pero que eso no significa que la tercera no haya estado a la altura. Ni mucho menos. No habrá superado a su predecesora, pero se ha quedado cerca y tampoco pasa nada por no haberlo logrado. Al fin y al cabo, el reto de una temporada final siempre es mucho más puñetero que el de cualquier otra: despedir la serie por la puerta grande. Un objetivo cumplido más que de sobra; último capítulo incluido.
A partir de aquí recomiendo seguir leyendo con 'The Book of Nora' visto. ¡Atención Spoilers!
Si la primera temporada giró en torno a las consecuencias directas del detonante de la historia y la reacción de los protagonistas ante un evento inexplicable de esa magnitud, mientras la segunda daba una vuelta de tuerca al concepto inicial trasladando la acción al único sitio en el que nadie desapareció, esta tercera directamente metía la directa hacia el fin del mundo. Uno de los mayores puntazos de estos ocho capítulos ha sido ver cómo cada uno de los protagonistas gestionaba la situación según sus creencias, actuando activamente o negando la mayor según una simple cuestión de fe, mientras al espectador se le otorgaba una posición ventajosa respecto a todos ellos: la revelación final en “The Book of Kevin” dejaba claro que el mundo seguiría existiendo después del séptimo aniversario y que Nora Durst iba a jugar un papel fundamental en la resolución.
El fin del mundo es un concepto que siempre da mucho juego y precisamente por eso me ha parecido brillante que en ‘The Leftovers’ hayan optado por echar el cierre tirando por la vía contraria. ¿Qué pasaría si el mundo no acabara como estaba previsto? Esta cuestión es el telón de fondo de un último capítulo que, tras el “¿y ahora qué?” que suelta Garvey Sr. al final del maravilloso “International Assasin: Part Two”, funciona casi por completo como epílogo. Pero antes de pasar a comentar el desenlace, me gustaría hacer una breve mención a que la temporada volvía a estar distribuida en capítulos enfocados desde el punto de vista de cada uno de sus protagonistas, reservando uno hasta para el padre de Kevin. Todos ellos tan locos como de costumbre, dejando multitud de momentos inolvidables. Un militar francés en bolas haciendo volar por los aires un submarino nuclear o una orgía en un ferry desde Tasmania a Melbourne que acaba con un león merendándose a Dios dan buena prueba de ello. Si había algo que esperaba cada semana de 'The Leftovers' era que me siguiera sorprendiendo y, capítulo tras capítulo, nunca dejó de hacerlo.
Centrándome ya en "The Book of Nora", el capítulo comienza con "la chica más valiente del mundo" dispuesta a sacrificarse para reencontrarse con sus dos hijos, pero tras dejarnos colgados en el momento oportuno... el epílogo arrancaba justo con la secuencia del final del primer episodio de la temporada. A partir aquí, todo el protagonismo para la historia de amor entre Kevin y Nora. Diez años después de discutir en una habitación de hotel en Melbourne, dejando para el recuerdo uno de los planos más bonitos de toda la serie, consiguen reencontrarse gracias a que el escéptico de Kevin nunca dejó de creer que Nora seguía con vida pese a que el resto del mundo dijera lo contrario.
Un epílogo que, para mi sorpresa, en última instancia respondía la pregunta del millón. Sí, lo hace de manera ambigua pero ahí queda. Algo que nunca esperé, pues desde el principio Damon Lindelof puntualizó que no aclararían ninguna cuestión relacionada con el misterio principal de la historia. Ahora bien, el debate está servido. ¿Creer o no creer a Nora Durst? Yo lo tengo claro: por supuesto. Como diría Mulder: “Quiero creer”. Es la opción que elijo, pese a que me parece totalmente entendible decantarse por justo lo contrario. Ahí reside la gracia de una resolución ambigua, que cada uno puede sacar sus propias conclusiones y debatir sobre el tema hasta el infinito y más allá. Al margen de la veracidad del testimonio, lo importante es que Kevin cree a Nora y ambos aceptan finalmente que “están aquí” el uno para el otro. Así es como 'The Leftovers' se despide para siempre, ofreciendo una última catarsis al espectador. Por cierto, ¿dónde hay que firmar para conseguir un spin-off desarrollado en ese mundo espejo donde el 2% perdió al resto del 98%?
Para ir acabando, una reflexión acompañada de una lectura recomendada. La serie cumple con todos los requisitos para alcanzar la categoría de culto. Audiencias modestas, excelentes críticas y un público entregado a la causa de recomendarla a diestro y siniestro pese a que paradójicamente no sea muy recomendable hacerlo. No todo el mundo está preparado para sentarse frente al televisor y emprender este desconcertante viaje alrededor de la pérdida y la desolación que inevitablemente genera la “marcha repentina”, es decir, la desaparición de un ser querido. En este imprescindible artículo de Vulture, en el que el Damon Lindelof conversa de la serie y de la vida en general con el crítico Matt Zolller Seitz tras el 3x05 “It’s a Matt, Matt, Matt, Matt World”, ambos reflexionan acerca de muchas cosas, pero quiero centrarme en un aspecto que me parece muy importante para comprender el potencial dramático con el que partía ‘The Leftovers’. Como seres humanos es cuestión de tiempo que tengamos que lidiar con el adiós de nuestros seres queridos, pero siempre lo hacemos en un momento distinto al resto. En cambio, la serie plantea un escenario en el que la gran mayoría de la población debe hacer frente a la desolación al mismo tiempo, explorando las diferentes reacciones que provoca según las creencias y/o la fuerza de voluntad de cada uno.
No quiero acabar sin hacer mención a la mayor pega que le pongo a esta temporada: tirar menos de lo normal de las melodías marca de la casa del compositor Max Ritcher. Eso sí, gracias a ello la serie ha potenciando aún más que la música sea clave para interpretar la serie (recomiendo mucho leer este artículo al respecto de Adri en Vaya Tele), desde la misma cabecera sin ir más lejos, dejando por el camino una banda sonora compuesta por una gran y variada selección de temas. De todas maneras, los servicios de Max Ritcher no habrán sido tan requeridos como en ocasiones anteriores para tocar la patata al personal, pero al menos deja dos nuevas piezas para sumar a la colección: su versión de la intro de “Perfect Strangers/Primos Lejanos” y, sobre todo, este “And Know the Place for the First Time” que comparto a continuación y que hizo aún más épica la secuencia que al principio de temporada chivaba que Nora sería la gran protagonista de la fiesta de despedida.
Por último, también quiero hacer otra mención especial a la figura de Damon Lindelof, co-creador junto a Tom Perrotta (autor del libro en el que se basa la serie). Cuando escribí tanto al principio como al final de la primera temporada, hice mucho hincapié en la pretensión de Lindelof con ‘The Leftovers’. Era tan ambiciosa y arriesgada que se me antojaba como un auténtico reto/papelón salir airoso. Consecuencia de arrancar con un detonante tan potente y luego pretender que el público se olvidase de semejante misterio (y encima pedirle que evitara malgastar su aliento formulando preguntas que quedarían sin respuesta) para centrarse exclusivamente en los personajes y sus respectivos dramas personales. Con el añadido de pretender hacerlo en su siguiente serie tras la polémica que levantó el final de 'Lost' por su "falta de respuestas". Si tras la primera temporada pensaba que ya había logrado salir airoso, ahora sólo quiero destacar que emplear el misterio a modo de macguffin se ha demostrado como una jugada maestra para que 'The Leftovers' haya sido tan estimulante a todos los niveles, pero especialmente en el emocional. Y hasta el mismo final.
Lindelof por fin puede respirar tranquilo. Muchos seguirán dando la tabarra recordándole el final de ‘Lost’, pero nadie podrá recriminarle que le devuelva los tres últimos años de su vida por el de ‘The Leftovers’. Más allá de ofrecer “la gran respuesta” a su manera para no tener que lidiar con el tema durante el resto de su vida, aunque a mí particularmente no me habría importado lo más mínimo que me hubiera dejado sin ella, Lindelof sirve un desenlace fiel a lo que siempre marcó esta serie: lo inesperado. Encima cierra todo de una manera rematadamente bonita. Nunca antes una serie, unos personajes y un showrunner habían merecido tanto un final feliz. Satisfecho y agradecido de que haya sido así. Una de las mejores series de televisión merecía un cierre a la altura. Ya lo tiene.
PD: No puedo terminar sin recomendar este "detrás de las cámaras" del último capítulo publicado en Vulture. Está en inglés, pero merece mucho la pena. Una lectura repleta de detalles y curiosidades del proceso de escritura, dirección y edición de "The Book of Nora". Una gozada.
Ah Molti, pero que experiencia nos brindó The leftovers, dejo pendiente el artículo,porque me falta solo el season finale... Pero casi palabra a palabra coincido con el primer párrafo.
Nos estamos leyendo. Saludos.
Messab, disfruta del último capítulo y ya me contarás qué te parece.
¡Saludos!
Me ha parecido bueno, Molti. Qué decir de que me había olvidado de esas declaraciones de Lindeloff, que en su momento me parecieron de pura cobertura defensiva ante posibles palos. Quiero imaginar que si se les otorgaban las suficientes temporadas algo más nos hubieran dado. Aunque, nobleza obliga, su declaración de no resolución le ha servido al fin.
Por otro lado y principalmente, destaco el recorrido que me ha permitido disfrutar, teorizar e investigar acerca de sus misterios y vibrar emocionalmente con esta serie TOP. Y que sí, un buen final no le rebaja tal mérito. Buen final para una excelente experiencia.
Messab, muy buena reflexión. Me gusta mucho tu última frase "un buen final para una excelente experiencia", que comparto totalmente.
Por cierto, también pienso que si la serie hubiera durado otras dos o tres temporadas habría explotado aún más la parte misteriosa/fantástica de la premisa.
¡Saludos!